🎯🪄🤔 DECISIONES EFICIENTES: ¿CÓMO ELEGIR LA MEJOR OPCIÓN? 🤔🪄🎯

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No importa ante qué eventos nos enfrentemos, siempre tendremos que elegir, queramos o no. El problema real deviene de que nunca conocemos toda la información, por lo que los errores pueden ser habituales. En contra, si nos esforzamos mucho en conocer toda la información subyacente, quizá la vida ni nos alcance, y aún así, tampoco podremos conocer toda la información.

Conforme uno adquiere experiencia en la vida, el marco de comparación es más amplio y tal vez elegir sea más fácil. Sin embargo, la edad no garantiza algo porque la experiencia está determinada por ciertas condiciones y no hablan de todo el universo de posibilidades.


El problema y la solución

Dada la incertidumbre anterior, los matemáticos propusieron el Problema de la Parada Óptima (Problema del Mejor Candidato) y una solución. Consistía en que la decisión debía estar basada a partir de conocer una muestra de todos los candidatos, para posteriormente, elegir enseguida la primera opción mejor con respecto a dicha marco muestral. En caso de no encontrarse, se elegiría la última inevitablemente.

La muestra anterior estaba determinada por la fórmula:
Muestra = Total de Candidatos / e
Muestra = 36.8% (en términos relativos)

Es decir, el modelo consiste en no seleccionar al 36.8% de los candidatos según se vayan presentando consecutivamente. Automáticamente, la decisión debería ser quedarse siempre con la mejor alternativa superior con respecto al marco muestral desechado. Si la mejor opción fue rechazada en la muestra, la única alternativa sería la última opción presentada.


Aplicaciones en la vida diaria

Si una persona vive en promedio 80 años, significa que los primeros ≈ 29.44 años (≈36.8%) fueron su marco muestral. Ergo, debería elegir un pareja para formar una familia justo con la mejor opción a partir de los 30 años. El problema es que la experiencia es relativa.

Por ello, si la persona sabe que probablemente podría tener 15 parejas sexuales en toda su vida con potencial para formar algo estable, significa que las primeras ≈6 serán su parámetro para comparar al resto. Tras esa 6°, el individuo deberá elegir la siguiente mejor opción con respecto a la muestra para formar algo estable. El problema es saber cuántas personas realmente seremos capaces de atraer.

Lo misma lógica se aplica también a cuestiones laborales. Algunos reclutadores desechan a sus primeros entrevistados, para después seleccionar del resto al mejor candidato de forma meticulosa. Como todo proceso, no está exento de errores humanos, y el clima laboral en algunas compañías lo demuestra.


Costos de oportunidad

Pese a lo que estipulan los matemáticos, el problema es que no hay recursos ilimitados ni la certeza de que conseguiremos al total de personas estimadas para cumplir la regla. Todo se agrava si desechamos a la mejor alternativa absoluta al inicio. Los días, las semanas, los años o la vida se puede ir en intentar elegir algo mejor que jamás llegará (porque ya pasó).

La complejidad se incrementa cuando se traslapan otras decisiones cruciales en nuestra vida, que también requieren de recursos, atención y esfuerzo para hacerlo bien. Y por si fuera baladí, es pretencioso saber que conoceremos toda la información, por lo que la mejor opción será siempre difusa. ¿Qué podría ser mejor o peor, si nuestro entorno social nos condujo a situaciones ubicadas desde el inicio en una Z con valor de 3 o -3 (es decir, al extremo probabilístico)?


¿Una mejor solución?: Mi propuesta

El Principio de Pareto refiere que usualmente, el 80% de los resultados o efectos, viene determinado por el 20% del esfuerzo o de las causas. Si se extrapola a la elección, significaría que 20% solo valdrá la pena conocer y el 80% no; inclusive, un 20% podría ser muy oneroso de conocer o experimentar, por lo que el 80% serían opciones más realistas para afrontar como elecciones realistas.

Es decir, la propuesta es desechar al 20% de alternativas iniciales, en vez del 36.8% planteado, y seguir el mismo procedimiento. Inclusive, si el 20% inicial me servirá de parámetro, deberé elegir del 80% restante, por lo que mi decisión deberá hacerse sí o sí dentro del intervalo próximo del 20% para economizar el tiempo, dinero y esfuerzo.

Si tengo 100 propuestas totales, las 20 primeras me servirán de parámetro evaluador y desechables. De las 80 restantes, en las próximas 16 (20%) debería enfocar mi decisión, a fin de no consumir el 64% restante del tiempo en esperar si algo mejor llegará. Mejor aún, tanto las 20 personas de la muestra, como las 16 en las que deberé tomar la decisión, corresponden al 36% propuesto por el Problema de la Parada Óptima.


Un final inesperado

Siguiente los principios estadísticos, si asumimos una serie de eventos con una distribución normal, es más probable que desechemos los eventos extremos en una muestra del 36.8% que del 20% (Ley de los Grandes Números). Si llego a desechar la mejor opción al inicio, jamás lo sabré hasta que agote todas mis opciones y deba quedarme con la última. Eso puede ser un precio muy alto a pagar en un entorno de escasez y donde la vida sigue, así como las decisiones.

Si la muestra inicial es más pequeña, mi marco de referencia será más limitado, pero estadísticamente será más improbable que todos los mejores elementos entren en esa cesta de prueba. De hecho, más improbable aún es que pasado del 38% al 50% de mis candidatos, no haya eliminado ya a varios de los mejores y peores.

Finalmente, elegir después del 36.8% representa un costo muy alto en la vida real, frente a hacer dicha labor justo antes de ese límite propuesto por el problema. Lo que sí sería casi un hecho, es si no has elegido pasado el 80% de tus candidatos, seguramente lo mejor ya pasó y jamás tendrás algo superior futuro.


¡El mejor análisis es el tuyo!


J. Joel Padilla
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